La prosperidad y la abundancia es un tema que está a la
orden del día, últimamente he leído muchos artículos sobre este tema y he
llegado a la conclusión de que la prosperidad y la Abundancia, es un estado de conciencia
en el cual elegimos estar o no, y para ello debemos de cuidar nuestros
pensamientos, nuestros deseos internos, nuestra forma de vivir, saber elegir
los espacios (físicos y mentales) que habitamos y hacer que estos espacios sean
armónicos y equilibrados.
Considerando que somos nosotros los que creamos nuestra
propia realidad a través de nuestros pensamientos, sugiero que armonicemos
nuestra mente con pensamientos agradables, positivos, para que esa buena suerte
o éxito en lo que emprendemos, ocurra.
Permitamos que nuestro corazón, nuestro interior nos
guie, la energía del corazón está caracterizada por el flujo de lo natural.
Cuando las cosas salen bien y aparecen espontáneamente en nuestro camino, ésa
es la señal de que nos movemos con el flujo de nuestro corazón.
Otro flujo de energía que pertenece al corazón es el
flujo de lo suficiente. ‘Suficiente’ significa: todo lo que yo necesito aquí y
ahora está disponible para mí y yo lo disfruto. Vivir en el flujo de lo
suficiente significa que con frecuencia nos sentimos satisfechos y agradecidos
con todo lo que tenemos. Nos sentimos alimentados por aquello que nos rodea en
el nivel material, emocional, mental y espiritual. Eso es la prosperidad. Eso
es tener lo suficiente y lo que es “suficiente” para ti, tal vez no es
suficiente para mí o para otros, por ejemplo, podemos estar bastante enojados
porque no estamos tan bien situados como otros, podríamos estar tristes o
lastimados o desilusionados. Todas estas son subdivisiones de la falta de
prosperidad. Es por ello que la prosperidad es una energía tan difícil de
manejar. La verdadera prosperidad, la verdadera riqueza es mucho más que el
tener dinero en nuestros bolsillos. Es el generar un mundo y una vida en donde
haya amor, donde permitamos que la energía de la creatividad se manifieste a
través de todos los sentidos como una danza de energías. Sintamos el equilibrio
del yin y del yang en nuestro interior y en ese perfecto equilibrio es donde
encontraremos el mar de la abundancia.
Para equilibrar estas energías en nuestras vidas, además de prestar atención a
nuestros pensamientos, seguir el flujo de lo natural a través de nuestro
corazón, amar incondicionalmente, permitir que fluya la energía de la
creatividad, debemos limpiar nuestros espacios físicos, organizar nuestras
casas y lugares de trabajo. Empecemos por los armarios, vamos a deshacernos de
la ropa que no usamos hace más de un año, zapatos, bolsos (dando se recibe),
dejemos espacio para que entre lo nuevo.
Debemos tirar los objetos rotos: tantos los objetos
decorativos como las tazas, platos, vasos. Papeles que ya no nos sirven para
nada, apuntes del pasado que nunca volveremos a leer, notas, etc.
Organicemos el trastero, los maleteros. No acumulemos
periódicos ni revistas viejas, esto produce el estancamiento de la energía.
Después de hacer esta limpieza física, debemos de hacer
una limpieza energética de nuestros espacios. En el Feng Shui de la Escuela del
Sombrero Negro, la cual nace de la Escuela de las Formas, se utilizan curas
místicas del entorno, denominadas “yi”, y tratan de incrementar y mejorar el
“chi” (energía) de un lugar, en los aspectos que están detrás de lo físico, por
medio de la armonización y reforzamiento del estado energético de las personas
y la meditación. El “yi” es una parte intangible del Feng Shui que está
relacionada con la mente y con aquellas sensaciones que están detrás de
nuestras reacciones con respecto al entorno. Así como nosotros tenemos un campo
áurico que nos protege (aura), las casas también tienen un aura ectoplasmica, y
en esta aura van quedando grabadas todas las experiencias agradables y
desagradables vividas. Por esto generalmente las discusiones en una casa, o
lugar de trabajo casi siempre son por lo mismo, es como si tomáramos el tema
del archivo, lo pusiéramos en la mesa para discutirlo por enésima vez, nos
enojamos y esta energía vuelve de nuevo a quedar impregnada en las paredes.
Esto puede seguir ocurriendo por muchísimo tiempo. Por ejemplo si un matrimonio
se casa, vive en un determinado lugar, su relación es conflictiva y termina en
la separación, ellos se van y llega otro matrimonio a vivir, y si no se realiza
una limpieza energética, lo más probable es que a ellos les ocurra lo mismo. De
igual forma si han vivido personas sin prosperidad o carentes de abundancia.
Nuestra casa es una representación simbólica de
nosotros mismos, y, en un sentido más amplio, una prolongación de nuestro yo.
Entonces, cada vez que se hace una limpieza energética, de alguna manera
también se limpia, se despeja la vida de las personas que allí viven. Su casa
puede transformarse en un oasis de paz en el tiempo y en el espacio, que
atraerá el amor y la claridad del universo, y a su vez difundirá estas
cualidades por el mundo. La razón por la cual debemos limpiar los lugares energéticamente
es porque la energía se ensucia, se estanca y esto influye en la salud, el
bienestar y la prosperidad de los habitantes de la casa.
Yo suelo hacer estas limpiezas con octágonos
energéticos, que son aceleradores de energía de alta vibración, que además de
limpiar van a elevar la vibración energética del lugar y eliminarán todos los
bloqueos que impidan el libre fluir de la energía de la prosperidad y la
abundancia.
Después de efectuar ambas limpiezas podemos activar las
zonas del Pa Kua (trabajo, relaciones, familia, prosperidad, salud,
benefactores, hijos o creatividad, sabiduría y fama o reputación) a través del
equilibrio de los 5 elementos: metal, agua, madera, fuego y tierra,
representados por colores, formas, objetos, obras de arte, o el elemento en sí.
Cada una de estas zonas representa las aspiraciones que
tenemos los humanos y armonizadas nos ayudarán a vivir en armonía con nuestro
entorno, con la naturaleza, en equilibrio con la tierra y el universo. Hagamos
un matrimonio interno con nuestras energías yin y yang y a partir de ahí
viviremos con prosperidad.
Fuente: Ana Mejía